viernes, 31 de mayo de 2013

Capítulo 6

Decisión

-¿Alicia?

El intruso no tuvo tiempo de decir nada más, porque yo ya me había girado, dándole una patada en el estómago. Por un momento me alegré de las clases de karate que di hace dos años. Me acerqué a él, con intención de verle la cara. Había caído de espaldas, pero se había retorcido en el suelo. De dolor, supongo. Le moví ligeramente con la punta del pie.

-¡¿ZACK?!

-Si, Alicia, si... - Hablaba con voz entrecortada, dolorido.- Soy yo. Bueno, era yo. Ahora soy solo los restos de lo que era Zack. ¿Donde aprendiste a dar esas patadas?

-Anda, vamos. - Le ayudé a levantarse. - ¿Pero se puede saber a que has venido? Casi me metas del susto.

-Dirás que casi me matas a mi.

-Bueno, no empecemos. Yo he preguntado primero.

-Venía a pedirte disculpas. Por lo de mi padre esta noche. No está... acostumbrado a las visitas.

-Se ve, se ve. ¿Que era eso del baile?

-Nada importante. Bueno, siento haberte molestado. Buenas noches.

-No pasa nada. Buenas noches. - Dicho esto, se fue, cerrando la puerta tras si.

Cogí una silla y atranqué la puerta, por si acaso. En ese instante, la ventana se abrió de golpe. Me giré. No había nadie. Terminé de colocar la silla y me acerqué a la ventana.

Estaba a unos tres pisos del suelo. Me senté en el alfeizar de la ventana, con los pies colgando. Había un árbol a mi izquierda, más alto de lo que lo estaba yo. No sé que especie sería. Miré al cielo. Había luna llena. Quizás, con un poco de suerte, la misma que la que veía desde casa.

-Hola preciosa.

Inmediatamente pegué un bote con el que casi me caigo. Miré a mi espalda, instintivamente. Nadie.

-A tu izquierda.

Miré al árbol. Ahí es cuando casi me caí de la ventana.

Encima del árbol había una sombra mirándome. Iba toda vestida de negro, con la capucha puesta y unos ojos verdes mirándome.Llevaba una bandolera colgada, un poco rota, pero apañada. No tendría más de 18 años.

-¿¡SE PUEDE SABER QUIEN ERES!?

-Shh... Calla, enana, que me van a descubrir.

-¡Es que es lo que quiero! ¡Y no me llames enana!

-Te lo he dicho con cariño.

-Si, sobre todo. ¿Se puede saber quien eres? 

-Jake a su servicio, señorita... O más bien... Alicia, ¿no? 

-¿¡Pero se puede saber como sabes quien soy!?

-Rumores... Y se me da bien espiar. ¿Recibiste mi nota?

-Ah, ¿que era tuya? Pues vaya formas de presentarse, ¿no?

-Bueno mía. De los Trece. Te les puedo presentar... Si vienes conmigo.

-¿A donde? ¿Y quienes son los Trece?

-Haces muchas preguntas, bonita. Yo que tu cerraría ese pico, a no ser que quieras acabar mal. Ahora, si no te importa... ¿Puedo pasar? - Lo miré con mala cara -  ¡Es que hace frio!  Bueno, eso, y que tengo hambre.

-Anda, entra. Pero más te vale no hacer nada raro.

Entró. Entonces le pude ver mejor. A la luz, parecía mas joven de lo que quizás seria. Tenía el pelo marrón oscuro, aunque casi no se le podía ver por causa de la capucha. Era, eso si, más alto que yo.

-¿No te quitas la capucha?

-No. 

-Bueno, siéntate. Aquí hay una silla y tal... - No me hizo ni caso. Se sentó en el suelo, sacó galletas de la bolsa, y me miró. - ¿Quieres una?

-Vale. - Me senté a su lado, en el suelo, hecha un ovillo, royendo la galleta, esperando a que dijese algo.

- Acabas de llegar, ¿no? Pues bien. Aquí  en este sitio, están, por decirlo así  los malos. Nosotros, es decir, mis amigos y yo, somos los buenos. ¿Vale?

-¿Perdona? ¿Como... malos y buenos? 

-Es... difícil de explicar. Al menos, para mi. Si vienes conmigo, te llevaré con los míos, te explicarán las cosas, y pasado mañana como muy tarde, estarás de vuelta.

-¿Pasado mañana? Pero... se enterarán de que he desaparecido. 

-No hay por qué. - Sonrió maliciosamente. - Tengo mis contactos en el castillo.

-¿Enserio? 

-Si, no te preocupes. ¿Vienes? 

-¿Esta muy lejos?

-Depende, si vas con prisas... no. Más o menos, medio día. 

-Vale. Iré. - Jake sonrió, mientras empezaba a roer otra galleta.

-Bien. Nos vamos ahora.

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